Poema a mi Madre fallecida y muerta

Hoy es un día muy triste para mí, porque recuerdo a mi Madre, que Dios se llevó muy lejos de aquí.
Hoy más que nunca le quiero y le extraño y no puedo olvidarla, aunque pase el tiempo, aunque pasen los años.
Y solo me queda venir una vez más, a este lugar solitario, triste y abandonado, a traerle a mi Madre una flor como regalo.
Y con esta flor pedirle al Señor, que la cuide y la proteja allá donde le tenga y por si acaso, por si ella pueda oírme, decirle bien bajito en su tumba: que le quiero mucho y que no me olvido de ella.

Madre después que te fuiste, no ha pasado un día en que no vengas a visitarme en mi mente, no ha pasado un día en que deje de recordarte.
Después que te fuiste, comprendí que como tu amor no existe ninguno y como tú, no encontraré otra persona en este mundo, que me quiera igual.
Me dejaste una vida de recuerdos llenos de amor, que me acompañarán toda la vida.
Solo le pido a Dios que descanses en paz, allá en el cielo, porque yo aquí en la Tierra te recuerdo y no te olvido.

♥ Madre, no te fuiste, nunca te fuiste; con tus acciones y tu amor te hiciste un huequito aquí dentro de mi corazón.
♥ Madre no voy a grabar en la lápida de tu tumba "te quiero", porque cuando te fuiste, quedó grabado para siempre en mis recuerdos. Madre nunca te olvidaré.




♥ Madre mía, pasan los años y no te olvido. Te fuiste, pero un pedazo de ti se quedó aquí conmigo, me anima en mis batallas, me consuela en los fracasos y de mis victorias, es testigo.
♥ Madre, recordarte es saber que fuiste una bendición de Dios para mí, la mejor que haya tenido.
♥ Hoy te recuerdo Madre y te quiero y te agradezco, porque nunca es tarde para querer y agradecer, aunque hoy estés muerta.
♥ Madre, cuida de mi y de los míos, desde allá donde estás, en el cielo. Desde aquí te agradecemos mucho, no te olvidamos y te seguimos queriendo.
♥ Madre, sigues viviendo aquí conmigo y con todos a los que tanto quisiste en vida, ahora muerta, ese amor vuelve contigo.

Cuando una madre muere, parece que el mundo se acaba y que la vida es injusta, una malvada e ingrata.
Pero cuando el tiempo pasa, nos damos cuenta que las madres son eternas, que siguen viviendo para siempre, ahora en nuestro corazón, en nuestro pensamiento.
Y seguimos oyendo su voz, ayudándonos, preocupándose por nosotros y guiándonos desde el más allá.